UN VIAJERO SOLITARIO EN OPORTO, AL ESTILO LITERARIO DE MILÁN KUNDERA*

Sobre la existencia y el pensamiento – Reflexiones errantes

en una ciudad junto al río

En Oporto, ciudad de encanto e historia, donde las orillas del Duero abrazan las casas antiguas, me sumerjo en las profundidades del pensamiento. Como observador de las sutilezas de la vida y de la condición humana, me dedico a la agotadora y gratificante tarea de existir.

En Oporto, esta ciudad que me recibe en sus calles adoquinadas desgastadas por el tiempo y sus edificios que parecen gritar historias de otros tiempos, soy sólo un observador solitario, un viajero en busca de respuestas a las preguntas complejas de la vida. Cuando tengo poco más de sesenta años, me encuentro en un punto en el que las arrugas del tiempo comienzan a trazar mi viaje, y cada una de esas marcas en mi rostro es un recuerdo de las alegrías y las tristezas que he experimentado.

Aquí, donde los azulejos narran hechos pasados y el fado resuena en las miradas persistentes que encuentro, encuentro inspiración para mi viaje interior. Oporto, con su rica historia política, es un escenario fértil para reflexiones morales y filosóficas.

A través de los estrechos callejones de la ciudad, donde el anhelo se entrelaza con el destino, planteo preguntas. Como individuos, somos responsables de las decisiones que tomamos, pero ¿hasta qué punto nuestra libertad es real o sólo una ilusión?

Soy una apasionada de la literatura, pasé gran parte de mi vida inmersa en libros polvorientos. Me gusta explorar la profundidad de las relaciones humanas y la búsqueda constante del sentido de la existencia. Quizás por eso, siente un especial cariño por la poesía de Pessoa, el gran poeta portugués, y los versos escritos por todos los que allí viven, sus heterónimos, que resuenan en lo más profundo de su alma.

Como cualquier viajero solitario, encuentro consuelo en las palabras que me acompañan y la música que me nutre. Pero eso no me impide, de vez en cuando, disfrutar de la compañía ocasional de desconocidos que se hacen amigos por una noche, con quienes comparto historias y reflexiones a la luz de las velas, en acogedores cafés y tabernas olvidadas.

Las sombras del pasado de la ciudad, marcado por resistencias y revoluciones, se reflejan en las paredes de los edificios antiguos. Oporto, con su espíritu liberal, es una invitación a reflexionar sobre la historia política de la nación. Los ideales que dieron forma a esta ciudad encuentran resonancia hoy, cuando el mundo oscila entre diferentes narrativas políticas.

Me detengo en un café centenario, históricamente frecuentado por estudiantes, donde ahora también se pueden escuchar las voces de los estudiantes Erasmus, de la Universidad de Oporto, procedentes de los cuatro rincones del mundo y que con tanta naturalidad se mezclan con el aroma de café fresco. Aquí todos somos locales y todos extranjeros, exploradores de nuevos horizontes, buscadores de la verdad. En medio de debates sobre política europea y teoría existencialista, compartimos historias personales, unidos por la curiosidad y el deseo de comprender el mundo.

El paisaje urbano de Oporto sirve de telón de fondo para interminables diálogos filosóficos y políticos. El río Duero, a los pies de la ciudad, es testigo silencioso de reflexiones sobre el tiempo, el cambio y la impermanencia de la vida. En cada rincón de la ciudad, un recordatorio de que somos solo una pequeña parte de una narrativa más amplia.

En el refugio que encontré aquí, me permito preguntarme no sólo sobre el sentido de la vida, sino también sobre los intrincados caminos del corazón humano. A lo largo de los años he vivido amores intensos y fugaces, romances que se desarrollaron como páginas de un libro inacabado. Encontré pasiones efímeras entre las sombras de barrios antiguos, donde las miradas se cruzaban y se perdían en una misma noche.

En este país, donde la historia política es como un libro de giros y vueltas, me veo en su lucha por la libertad y la democracia. Me hablan de los tiempos oscuros de la dictadura, cuando las voces eran silenciadas y la gente anhelaba un futuro más justo. Hoy veo las cicatrices de esta historia en los ojos de las generaciones mayores y soy testigo del incansable deseo de los jóvenes de un país mejor.

Sigue habiendo cuestiones sociales y políticas que dan forma a la sociedad. La desigualdad persiste, como una sombra que desafía la búsqueda de la justicia y la igualdad. Mientras veo las noticias del día, no puedo evitar preguntarme cómo llegó el mundo a este punto y qué nos depara el futuro.

Pero, a pesar de las incertidumbres y dilemas que presenta la vida, encuentro consuelo en las voces de filósofos y pensadores que tan hábilmente exploraron la naturaleza humana en sus obras. En medio de esta ciudad, donde las historias se entrelazan como hilos de intrincados bordados, sigo mi camino, esperando encontrar claridad en las páginas en blanco de mi propio destino.

A veces reconozco a otros viajeros solitarios en los cafés y bares de Oporto, a veces hablamos y otras no. Cuando hacemos esto, el intercambio de ideas fluye como un río de conceptos y reflexiones. Discutimos sobre el pasado y el presente, exploramos las complejidades de la condición humana, divagamos sobre nosotros mismos.

Oporto es una ciudad que abraza la diversidad, donde las voces de diferentes generaciones se mezclan en coros de experiencias y perspectivas. En este lugar de sueños y recuerdos, continúo mi viaje, absorbiendo las historias que atraviesan los muros centenarios de las casas de la ciudad. Cada día me dejo llevar por las corrientes del pensamiento, en una búsqueda incansable del sentido de la vida y de la humanidad.

*Este texto combina inteligencia artificial y habilidades humanas para recrear el estilo literario del reconocido escritor Milan Kundera, destacando su forma de pensar filosóficamente sobre la vida y la política. La literatura es el arte de explorar cuestiones que atraviesan a la humanidad y Kundera es un maestro en la tarea mayor de reflexionar y pensar la existencia.