LA TORRE DEL CLERO REVISITADA AL ESTILO LITERARIO DE FRANZ KAFKA*

La Torre de los Clérigos y los Laberintos de la Percepción – un cuento.

En la inmensidad de la ciudad, un hombre llamado Heitor vivía, solo, en el sótano de un callejón, justo detrás de la Torre de los Clérigos. Héctor creció mirándola. Durante años y años se acostumbró a mirar aquella inmensa estructura que se elevaba hasta las nubes durante mucho tiempo. Imponente e inquietante, como una aguja que atraviesa el velo del cielo.

Un día surgió la oportunidad de cruzar la puerta que permitía el acceso a la Torre. Alguien la había dejado abierta sin darse cuenta. —aventuró Héctor. No lo dudé. Acostumbrado a vivir en un nivel subterráneo de la realidad, siempre soñó y fantaseó con la idea de ver la ciudad desde arriba. ¿Cuánta luz lo inundaría?

Mientras subía, los 225 escalones parecieron multiplicarse en confusión, un laberinto vertical que amenazaba con engullirlo. Heitor se sintió como un ser enredado en una red surrealista de pasos y giros, mientras el tiempo y el espacio danzaban a su alrededor, como si hubieran perdido su significado.

Al llegar a los niveles superiores, la realidad comenzó a tambalearse. Dimensiones distorsionadas. Muros oscuros dieron paso a paisajes de ensueño, mientras los sonidos de la ciudad se fundían en un murmullo ininteligible. La propia Torre, que alguna vez fue sólida, ahora parecía palpitar y respirar como una entidad viviente.

Las nubes rozaron los pensamientos de Héctor, y sus pensamientos bailaron como hojas en el viento.

Finalmente, Héctor llegó a la cima. En la especie de balcón que rodea la campana en lo alto, vio Oporto en todo su esplendor. El espacio se expandió y se encontró en una dimensión trascendental, donde las líneas entre su cuerpo y el mundo desaparecieron. La ciudad se extendía debajo de ella, los edificios y la gente se fusionaban en una masa indistinta. La vista de 360º fue un tapiz deslumbrante, donde Porto se reveló en toda su grandeza.

Entonces se dio cuenta de que la Torre dos Clérigos, construida por el arquitecto Nicolau Nasoni en el siglo XVIII, lo había elegido para un viaje laberíntico hacia su propia mente. El viaje fue interno, una exploración del inconsciente, una metamorfosis de la percepción.

A medida que descendía, los escalones recuperaron gradualmente su estructura y la realidad retomó su forma familiar. La ciudad recuperó sus contornos, pero Heitor quedó conmovido por el surrealismo de su experiencia. La Torre dos Clérigos, aparente símbolo de estabilidad que había admirado durante tanto tiempo, lo arrojó a un mundo de enigmas y revelaciones, una inmersión profunda en el abismo de la vida. Después de todo, no fue sólo una torre a la que subió, fue todo un viaje hacia lo desconocido que transformó su percepción de la existencia para siempre.

*En una combinación de IA y la mano humana, este texto pretende recrear el estilo literario de Franz Kafka, el gran maestro de la ambigüedad. Entre la realidad y lo inexplicable, la Torre dos Clérigos como escenario de inquietantes metamorfosis.